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Entrevista a Paula Herrera, Directora de Comunicaciones y Alianzas Estratégicas de la Comunidad de La Leche.
“Las mujeres calladitas aguantamos el dolor o a veces la incomodidad de tener las pechugas llenas de leche”
Collage: Tamara García
En 2017, Patricia Pizarro (32), subcomisario de la PDI, fue madre por primera vez. Su hija nació prematura, por lo que requirió más cuidados que una guagua que nace de término y por tanto, desde entonces su prioridad fue que su hija recuperara el peso y crecimiento lo antes posible. Patricia vio en la lactancia materna una opción para lograrlo, porque justo en ese momento estaban haciendo unos talleres de lactancia en su trabajo y entonces, aunque fue un proceso complejo, como lo es para la mayoría de las mujeres, logró un acople perfecto y una gran producción de leche. “Sé que la lactancia no es fácil y entonces siempre me sentí privilegiada de lograrlo, sobre todo porque necesitaba que mi guagua se nutriera bien”, cuenta.
Así pasaron los meses del prenatal hasta que le tocó volver al trabajo. Reconoce que sintió mucho temor por separarse de su guagua y que eso hiciera que la leche se cortara, porque sabía de muchas mujeres a las que le había ocurrido. Sin embargo, en su caso, todo fluyó naturalmente. “El año que quedé embarazada en mi trabajo comenzaron un proceso de apoyo a la maternidad y entre otras cosas, implementaron lactarios en los espacios de trabajo. Fue increíble porque eso me permitió seguir dándole leche materna hasta los casi tres años”, cuenta.
Paula Herrera es cofundadora de la Corporación La Comunidad de la Leche, y dentro de las actividades que realizan para fomentar la lactancia materna, asesoran a empresas e instituciones en la implementación de lactarios. “Es tremendamente importante que, cuando vuelven de su postnatal, las mujeres cuenten con un espacio para sacarse leche. No se trata solo de un tema emocional, sino que también físico, porque una mujer que acaba de tener un hijo –a los seis meses es aún un recién nacido– el cuerpo sigue produciendo leche. Es una edad donde recién se comienza a introducir otro tipo de alimentación y entonces la lactancia es casi exclusiva. Y al reintegrarse al trabajo, las mujeres llegan con la carga emocional de separarse de su guagua y además el cuerpo reacciona. Esas reacciones físicas están totalmente invisibilizadas por la sociedad, no se habla de lo que le pasa a una mujer y nosotras calladitas aguantamos el dolor o a veces la incomodidad de tener las pechugas llenas de leche”, dice.
Paula agrega que la vuelta al trabajo de una mujer no solo tiene que estar acompañada de una linda bienvenida, sino que tiene que ser una instancia amorosa, con una contención emocional y también con espacios que acojan sus necesidades, “Esto debería ser un derecho. Porque lo que ocurre actualmente es que las mujeres tienen que buscar un espacio, una sala en la que cualquier momento alguien puede entrar e interrumpir un proceso íntimo. Lo más probable es que con ese nivel de estrés no se genera oxitocina y la leche se corte. Además cuando una mujer se saca leche en un baño no existen las medidas de higiene necesarias y esa leche lo más probable es que se tenga que botar”, explica.
La experiencia de la Comunidad de la Leche es que las mujeres que han contado con estos espacios, en los que muchas veces ponen fotos de las mamás con sus bebés, no solo la leche fluye mejor sino que además las mujeres sienten que son realmente bienvenidas en su trabajo, y que no son un “cacho”, como se suele pensar. Paula aclara que “en esa etapa es normal que las mujeres estemos más desenchufadas porque nuestra cabeza y hormonas nos llaman a hacernos cargo de la cría, no de un trabajo. Y en ese sentido, cuando hablamos de igualdad, es trascendental que se visibilicen los procesos biológicos y naturales de la mujer”. Agrega que es necesario que el entorno sepa qué pasa con el cuerpo de una mujer dependiendo de la etapa en la que se encuentra porque es la única manera que la mujer logre tener, en la esfera pública, una posición igualitaria con el hombre. “La incorporación de la mujer en el trabajo no implica eliminar sus procesos naturales sino que darles un espacio”.